12 décembre 2010
L’article de ce Bulgare naturalisé français, directeur de recherches honoraire au CNRS et Prix Prince des Asturies en sciences sociales 2010, a été publié le 8 décembre par le quotidien espagnol El Pais.
C’est un pavé dans la mare du conformisme ambiant secrété par l’unilatéralisme de la pensé marxiste toujours presente. En résumé, sa conception de l’histoire exige de la mémoire collective l’intégration de toutes les phases, soit, dans le cas argentin, le rappel des horreurs commises par les Montoneros avant la dictature qu’ils ont provoquée.
Qui va traduire ¿ Je n’en ai pas le temps…
Los riesgos de una memoria incompleta (Tzvetan Todorov)
El País
Miércoles 8 de diciembre de 2010
Uno de los intelectuales más lúcidos y respetados de la actualidad, el semiólogo y filósofo francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov, experto en ****izar la memoria después del horror, visitó la Argentina hace unas semanas y refuta en este artí**** el relato que hace el Gobierno sobre víctimas y victimarios de los años setenta.
PARIS.- El mes pasado fui por primera vez a Buenos Aires, donde permanecí una semana. Mis impresiones del país son forzosamente superficiales. Aun así, voy a arriesgarme a transcribirlas aquí, pues sé que, a veces, al contemplar un paisaje desde lejos divisamos cosas que a los habitantes del lugar se les escapan: es el privilegio efímero del visitante extranjero.
He escrito en varias ocasiones sobre las cuestiones que suscita la memoria de acontecimientos públicos traumatizantes: la Segunda Guerra Mundial, regímenes totalitarios, campos de concentración… Esta es, sin duda, la razón por la que me invitaron a visitar varios lugares vinculados con la historia reciente de la Argentina. Así, pues, estuve en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), un cuartel que, durante los años de la última dictadura militar (1976-1983), fue transformado en centro de detención y tortura. Alrededor de 5000 personas pasaron por este lugar, el más importante en su género, pero no el único: el número total de víctimas no se conoce con precisión, pero se estima en unas 30.000. También fui al Parque de la Memoria, a orillas del Río de la Plata, donde se ha erigido una larga estela destinada a portar los nombres de todas las víctimas de la represión (unas 10.000, por ahora). La estela representa una enorme herida que nunca se cierra.
El término « terrorismo de Estado », empleado para designar el proceso que conmemoran estos lugares, es muy apropiado. Las personas detenidas eran maltratadas en ausencia de todo marco legal. Primero, las sometían a torturas destinadas a arrancarles informaciones que permitieran otros arrestos. A los detenidos, les colocaban una capucha en la cabeza para impedirles ver y oír; o, por el contrario, los mantenían en una sala con una luz cegadora y una música ensordecedora. Luego, eran ejecutados sin juicio: a menudo narcotizados y arrojados al río desde un helicóptero; así es como se convertían en « desaparecidos ». Un crimen específico de la dictadura argentina fue el robo de niños: las mujeres embarazadas detenidas eran custodiadas hasta que nacían sus hijos; luego, sufrían la misma suerte que el resto de los presos. En cuanto a los niños, eran entregados en adopción a las familias de los militares o a las de sus amigos. El drama de estos niños, hoy adultos, cuyos padres adoptivos son indirectamente responsables de la muerte de sus padres biológicos, es particularmente conmovedor.
En el catálogo institucional del Parque de la Memoria, publicado hace algunos meses, se puede leer: « Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia ». Pese a la emoción experimentada ante las huellas de la violencia pasada, no consigo suscribir esta afirmación.
En ninguno de los dos lugares que visité vi el menor signo que remitiese al contexto en el cual, en 1976, se instauró la dictadura, ni a lo que la precedió y la siguió. Ahora bien, como todos sabemos, el período 1973-1976 fue el de las tensiones extremas que condujeron al país al borde de la guerra civil. Los Montoneros y otros grupos de extrema izquierda organizaban asesinatos de personalidades políticas y militares, que a veces incluían a toda su familia, tomaban rehenes con el fin de obtener un rescate, volaban edificios públicos y atracaban bancos. Tras la instauración de la dictadura, obedeciendo a sus dirigentes, a menudo refugiados en el extranjero, esos mismos grupús****s pasaron a la clandestinidad y continuaron la lucha armada. Tampoco se puede silenciar la ideología que inspiraba a esta guerrilla de extrema izquierda y al régimen que tanto anhelaba.
Como fue vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria. Pero, a título de comparación, podemos recordar que, más o menos en el mismo momento (entre 1975 y 1979), una guerrilla de extrema izquierda se hizo con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país. Las víctimas de la represión del terrorismo de Estado en Argentina, demasiado numerosas, representan el 0,01% de la población.
Claro está que no se puede asimilar a las víctimas reales con las víctimas potenciales. Tampoco estoy sugiriendo que la violencia de la guerrilla sea equiparable a la de la dictadura. No sólo las cifras son, una vez más, desproporcionadas, sino que además los crímenes de la dictadura son particularmente graves por el hecho de ser promovidos por el aparato del Estado, garante teórico de la legalidad. No sólo destruyen las vidas de los individuos, sino las mismas bases de la vida común. Sin embargo, no deja de ser cierto que un terrorismo revolucionario precedió y convivió al principio con el terrorismo de Estado, y que no se puede comprender el uno sin el otro.
En su introducción, el catálogo del Parque de la Memoria define así la ambición de este lugar: « Sólo de esta manera se puede realmente entender la tragedia de hombres y mujeres y el papel que cada uno tuvo en la historia ». Pero no se puede comprender el destino de esas personas sin saber por qué ideal combatían ni de qué medios se servían. El visitante ignora todo lo relativo a su vida anterior a la detención: han sido reducidas al papel de víctimas meramente pasivas que nunca tuvieron voluntad propia ni llevaron a cabo ningún acto. Se nos ofrece la oportunidad de compararlas, no de comprenderlas. Sin embargo, su tragedia va más allá de la derrota y la muerte: luchaban en nombre de una ideología que, si hubiera salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos. En todo caso, en su mayoría, eran combatientes que sabían que asumían ciertos riesgos.
La manera de presentar el pasado en estos lugares seguramente ilustra la memoria de uno de los actores del drama, el grupo de los reprimidos; pero no se puede decir que defienda eficazmente la Verdad, ya que omite parcelas enteras de la Historia. En cuanto a la Justicia, si entendemos por tal un juicio que no se limita a los tribunales, sino que atañe a nuestras vidas, sigue siendo imperfecta: el juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias. En este caso, la represión ejercida por la dictadura se nos presenta aislada del resto.
La cuestión que me preocupa no tiene que ver con la evaluación de las dos ideologías que se enfrentaron y siguen teniendo sus partidarios; es la de la comprensión histórica. Pues una sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. Por su parte, la Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos. Aspira a la objetividad y establece los hechos con precisión; para los juicios que formula, se basa en la intersubjetividad, en otras palabras, intenta tener en cuenta la pluralidad de puntos de vista que se expresan en el seno de una sociedad.
La Historia nos ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidad en dos compartimentos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables. Si no conseguimos acceder a la Historia, ¿cómo podría verse coronado por el éxito el llamamiento al « ¡Nunca más! »? Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él. No hay que olvidar que la inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos en nombre del bien, la justicia y la felicidad para todos. Las causas nobles no disculpan los actos innobles.
En la Argentina, varios libros debaten sobre estas cuestiones; varios encuentros han tenido lugar también entre hijos o padres de las víctimas de uno u otro terrorismo. Su impacto global sobre la sociedad es a menudo limitado, pues, por el momento, el debate está sometido a las estrategias de los partidos. Sería más conveniente que quedara en manos de la sociedad civil y que aquellos cuya palabra tiene algún prestigio, hombres y mujeres de la política, antiguos militantes de una u otra causa, sabios y escritores reconocidos, contribuyan al advenimiento de una visión más exacta y más compleja del pasado común.
Et que nous dirait Tzvetan Todorov s’il visitait un grand parque central de Buenos Aires (Villa Soldati dans un quartier pauvre du sud de Buenos Aires) ou vivent des miliers de SDF (d’Uruguay, Bolivie et Paraguay) ou depuis une semaine la population Argentine de goooche en armes y font des « razias de nuit » et massacrent hommes, femmes et enfants sous l’indiference totale de la police et de la presidente « Christina Botox ».
Les « bons Argentins gooochistes » ont meme arrete une embulance enmenant un SDF blesse pour le trainer dans la rue et l’achever sous le regard bien-vieillant des autorites.
Les USA tentent de reduire la masse d’illegeaux (estimee entre 12 et 20 millions de latinos) sans oser mecontenter les autorites des pays d’ou viennent ces illegeaux. Certains pays Europeens n’essayent meme pas d’enrayer leur inondation d’illegeaux car « qui sait courir derriere un illegal alors qu’il a son pentalon sur les chevilles?)!
Les Americains et les Europeen sont acuses de « racistes » par ces pays exportateurs d’illegeaux alors que ces memes pays masacrent chez eux les illegeaux.
Ça me troue le …. ! Videla n’était quand même pas un type sympathique. Mais c’est vrai, il faut regarder l’histoire dans sa globalité. Quand je pense que j’ai été vaguement communiste une époque, même si cela n’a pas duré longtemps, qu’est-ce qu’on peut être c. quand on est jeune !
Voici une traduction que je viens de faire de ce texte très intéressant de Tzvetan Todorov, pour les lecteurs non hispanophones.
Les dangers d’une mémoire incomplète (Tzvetan Todorov)
El Pais, mercredi 8 décembre 2010
Un des intellectuels actuels les plus lucides et les plus respectés, le sémiologue et philosophe français d’origine bulgare Tzvetan Todorov, passé expert dans l’étude de la mémoire après l’horreur, a visité l’Argentine il y a quelques semaines et il réfute, dans le présent article, la version que donne le gouvernement des assassinats et des victimes des années soixante-dix.
Le mois passé, je me suis rendu pour la première fois à Buenos Aires, où je suis demeuré une semaine. L’impression que j’ai retirée du pays est nécessairement superficielle. Quand bien même, je souhaite me risquer à la retranscrire ici sachant que, parfois, en contemplant un paysage avec du recul, il arrive que l’on discerne des choses qui échappent aux habitants du lieu : c’est le privilège éphémère du visiteur étranger.
J’ai écrit à de nombreuses reprises autour du thème de la mémoire des évènement publics traumatisants : la seconde guerre mondiale, les régimes totalitaires, les camps de concentration… C’est sans nul doute la raison pour laquelle on m’a invité à visiter divers lieux en lien avec l’histoire récente de l’Argentine. Je me suis ainsi retrouvé à l’ESMA (Ecole Mécanique de l’Armée), une prison qui, pendant les dernières années de la dictature militaire (1976-1983), a été transformée en centre de détention et de torture. Pas moins de 5.000 personnes sont passées par ce lieu, le plus important dans son genre – mais pas le seul : le nombre total de victimes n’est pas connu avec précision mais il est estimé à environ 30.000 personnes. J’ai également été au Parc de la Mémoire, situé à l’embouchure du Rio de la Plata, où a été érigé une large stèle portant le nom des victimes de la répression (environ 10.000 pour le moment). Cette stèle représente une immense blessure qui ne sera jamais guérie.
Le terme de « terrorisme d’Etat », utilisé pour désigner les épisodes dont ces lieux sont les témoins, est tout à fait approprié. Les personnes détenues étaient maltraitées hors de tout cadre légal. Tout d’abord, elles étaient soumises à la torture pour leur soutirer les informations permettant d’autres arrestations. Chaque détenu se voyait affublé d’une sorte de cagoule afin qu’il ne puisse ni voir ni entendre. Par la suite, il pouvait au contraire se retrouver dans une salle à la lumière éblouissante et au bruit assourdissant. Puis il était exécuté sans jugement : au mieux drogué et jeté dans la rivière depuis un hélicoptère, il devenait un « disparu ».
Un crime spécifique de la dictature argentine était le vol d’enfant : les femmes enceintes détenues étaient gardées jusqu’à la naissance de leur bébé, avant de subir le même sort que les autres prisonniers. Les bébés étaient ensuite remis pour adoption à des familles de militaires ou à des amis de ceux-ci. Le drame de ces enfants, aujourd’hui devenus adultes et dont les pères adoptifs ont été directement responsables de la mort de leurs parents biologiques, est particulièrement éprouvant.
On peut lire dans le catalogue institutionnel du Parc de la Mémoire, paru il y a quelques mois, la phrase suivante : « Incontestablement, aujourd’hui, l’Argentine est un pays exemplaire dans la recherche la Mémoire, de la Justice et de la Vérité ». En dépit de l’émotion que je ressens à la vue de ces témoignages de la violence passée, je ne parviens pas à souscrire à cette affirmation.
Dans aucun des deux lieux que j’ai visités, je n’ai pu voir le moindre élément évoquant le contexte dans lequel la dictature a été instaurée en 1976, pas davantage évoquant ce qui l’avait précédée et ce qui s’est ensuivi.
Aujourd’hui, nous le savons, la période allant de 1973 à 1976, qui a été d’une tension extrême, a conduit le pays au bord de la guerre civile. Les Montoneros [organisation politico-militaire péroniste] et d’autres groupes d’extrême gauche ont organisé des assassinats de personnalités politiques et de militaires, allant parfois jusqu’à tuer de membres de leur famille. Ils ont pris des otages afin d’obtenir des rançons, ont volé des biens publics et ont braqué des banques. Après l’instauration de la dictature, obéissant à leurs dirigeants qui étaient réfugiés à l’étranger, ces mêmes groupuscules sont passés à la clandestinité et ont poursuivi la lutte armée. On ne peut faire abstraction de l’idéologie qui inspirait cette guérilla d’extrême gauche et du régime que celle-ci désirait mettre en place.
Comme elle fut vaincue et éliminée, il est aujourd’hui impossible de mesurer les conséquences qui auraient résulté de sa victoire. A titre de comparaison, nous pouvons au moins nous souvenir que, plus ou moins au même moment (entre 1975 et 1979), une guérilla d’extrême gauche est venue au pouvoir au Cambodge. Le génocide qui en est résulté a causé la mort de près d’un million et demi de personnes, soit le quart de la population du pays. Les victimes de la répression du terrorisme d’Etat en Argentine, bien trop nombreuses, ont représenté 0,01% de la population.
Il est évident que l’on ne peut assimiler les victimes réelles aux victimes potentielles. Je ne suggère pas davantage que la violence de la guérilla ait été équivalente à celle de la dictature. Non seulement les chiffres sont, une fois encore, disproportionnés, sinon qu’en plus les crimes de la dictature sont particulièrement graves du fait d’avoir été promu pat l’appareil d’Etat, garant supposé de l’Etat de droit. Ces crimes n’ont pas seulement détruit les vies d’individus sinon également les bases de la vie en commun. Il est cependant tout aussi certain qu’un terrorisme révolutionnaire a précédé et a accompagné à ses débuts le terrorisme d’Etat et que l’un ne peut se comprendre sans l’autre.
Dans son introduction, le catalogue du Parc de la mémoire présente ainsi l’ambition de ce lieu : « C’est seulement de cette manière que l’on peut comprendre la tragédie de ces hommes et de ces femmes et le rôle que chacun a eu dans l’histoire ». Mais il est impossible de comprendre le destin de ces personnes sans connaître ni leur idéal ni les moyens qu’ils employaient pour atteindre leur but. Or, le visiteur ignore tout de leur vie antérieure à la détention : elles ont été réduites à un simple rôle de victimes purement passives dépourvues de toute volonté propre et n’ayant accompli aucune action. Nous avons la possibilité de les comparer, pas de les comprendre. Leur tragédie est pourtant allée au-delà de la déroute et de la mort : ces personnes luttaient au nom d’une idéologie qui, si elle avait été victorieuse, aurait probablement provoqué autant de victimes, sinon davantage, que ne l’ont fait leur ennemis. En tout cas, il s’agissait, pour la majorité d’entre eux, de combattants qui luttaient en toute connaissance des risques qu’ils encouraient.
La façon de présenter le passé de ces lieux met sans aucun doute en lumière la mémoire de l’un des acteurs du drame, à savoir le groupe de ceux qui ont fait l’objet de la répression. Mais il ne peut être dit qu’il défende efficacement la Vérité, dès lors qu’il omet des pans entiers de l’histoire. En ce quoi concerne la Justice, s’il faut entendre par là un jugement qui ne se limite pas aux tribunaux, mais qui concerne nos vies, cela demeure imparfait : le jugement équitable est celui qui prend en compte le contexte dans lequel se déroule un évènement, ses antécédents et ses conséquences. Dans ce cas précis, la répression exercée par la dictature nous est présentée isolée de tout le reste.
La question qui me préoccupe n’est pas liée à la comparaison des idéologies en présence, dont chacune a ses partisans. C’est celle de la compréhension historique. Toute société a en effet besoin de connaître l’histoire, et non pas seulement de conserver la mémoire. La mémoire collective est en effet subjective : elle reflète le vécu de chacun des groupes constitutifs de la société. C’est pourquoi elle peut être utilisée par un groupe comme un moyen permettant d’acquérir ou de renforcer une position politique.
De son côté, l’histoire n’a aucun objectif politique (ou sinon il s’agit d’une bien mauvaise histoire), elle se donne pour seuls objectifs la vérité et la justice. Elle aspire à l’objectivité et établit les faits avec précision. Pour établir des jugements, elle se base sur l’intersubjectivité, ou dit autrement elle confronte la pluralité des points de vue qui s’expriment au sein de la société. L’Histoire nous aide à sortir de cette illusion manichéenne au sein de laquelle, pour le moins, nous enferme la mémoire : la division de l’humanité en deux compartiments étanches, celui du bien et celui du mal, celui des victimes et celui des bourreaux, celui des coupables et celui des innocents. Si nous ne parvenons pas à accéder à l’Histoire, comment pourrons-nous voir triompher le fameux appel : « Plus jamais ! ». Quand l’un attribue à l’autre toutes les erreurs se croit irréprochable, il prépare le retour de la violence, revêtue d’un vocabulaire nouveau, adaptée à de nouvelles circonstances. Comprendre l’ennemi veut dire également découvrir en quoi nous pouvons lui ressembler. Il ne faut pas oublier que l’immense majorité des crimes collectifs furent commis au nom du bien, de la justice et du bonheur pour tous. Les causes nobles n’innocentent pas les moyens ignobles.
En Argentine, plusieurs livres débattent de ces questions. Quelques rencontres ont également eu lieu entre enfants ou parents des victimes de l’un ou de l’autre terrorisme. Son impact sur la société est pour le moins limité dès lors que, pour le moment, le débat est entre les mains de stratégies partisanes. Il serait plus sain qu’il demeure entre les mains de la société civile et que ceux dont la parole compte, hommes et femmes politiques, anciens militants de l’un ou de l’autre des deux camps, universitaires et écrivains reconnus, contribuent à la survenance d’une vision plus exacte et plus complexe du passé commun.
@Nicolas
Bravo et merci pour tous !
Attention Yves: le travail est fait, ne t’y mets pas !!!
@Nicolas:
Mes vives félicitations pour la traduction !
@Yves
Merci ! J’avais à coeur que le public non hispanisant puisse connaître ce texte qui, de par la distinction qui est opérée entre mémoire (d’un groupe) et histoire (d’une nation), est très intéressant… et toujours d’actualité !
@Nicolas:
- Je suis animé du même sentiment que vous lorsque je rencontre des textes importants et humains comme celui de Mr T. Todorov.
Il est dangereux pour la propre sécurité militaire et culturelle des
Français et d’autres nations européennes que ceux-ci ne sachent pas parler d’autres langues en général.
Vous avez dû remarquer le phénomène suivant par ailleurs:
La connaissance d’autres langues amène à découvrir et renforcer sa propre langue. A mettre un point d’honneur à l’écrire encore mieux et
à la défendre contre des attaques qui ne l’enrichissent pas.
Votre traduction a été d’une grande qualité.
.
De l’Argentine :
- Je me suis trouvé à Buenos Aires lors de la dernière année de la
dictature et aussi après pendant quelques années, non pas en permanence, mais par épisodes. Ceci parce qu’il y avait une très jolie
et cultivée Argentine quelque part …
J’ai donc connu les voitures grises Ford Falcon sans plaques circulant
dans la ville qui faisaient peur aux habitants quand elles passaient à
proximité, j’ai connu les revendications territoriales sur les îles Malvinas s’exprimant au travers de gadgets à la vente, lesquelles revendications ne furent pas perçues par le peuple comme le résultat de manipulations de la
dictature pour faire diversion.
(Dans mon cas, ce fut après la défaite militaire des Argentins à propos de
ces gadgets).
Mais surtout, je fus frappé à cette époque par le mur de silence que
maintenaient devant mes questions que je pensais justifiées 2 amies proches de cette belle Argentine quant aux tortures dont elles avaient été l’objet.
Elles parlaient pourtant très à l’aise sur d’autres sujets, et les rencontres
avec un européen comme moi leur faisaient très plaisir.
Je me rappelle aussi des colossales richesses cachées, voire stockées,
au sein de la Venise du Rio de la Plata, quelques ~ 20 km en amont
du Rio, à l’ouest de Buenos Aires. Ce n’étaient que grands yachts,
hors-bords de luxe, villas grandioses sur les îles, voitures puissantes ou
de grande collection …
Enfin, quand je prenais l’avion vers Bariloche ou Iguazu, la moitié des passagers paraissaient être les allemands de la vieille garde nazie.
Et pour … couronner mon commentaire, j’ai appris là-bas comment se
passaient les évasions massives de devises via l’Opus Dei.
Ah ! L’Argentine !…..